Propuesta del GESoL

La sociología de los grandes clásicos modernos se ocupó de analizar la relación entre el mundo simbólico, el mundo de las creencias y la estructura social. Las obras de Weber y Durkheim sobre la cuestión religiosa son de una gran relevancia para la teoría social contemporánea más allá de las especificidades de los campos de especialización. Claro, la posibilidad de objetivar la religión no es un problema, sino más bien una tarea del pensamiento moderno, momento en que la religión había retrocedido irremediablemente en términos estructurales como resultado de los complejos procesos que acompañaron a la revolución industrial en los países más dinámicos de Occidente.

El conocimiento científico para ser legítimo no tenía que ser aprobado por la iglesia. Era el grupo de pares quien le otorgaba validez o lo rechazaba. Lo mismo ocurría en las diversas artes. Y en cuestiones morales, surgían nuevos actores con la autoridad que les proporcionaba el espacio que las nuevas sociedades habían elevado hasta convertirlo en detentador de una potestad que, reconociendo la ambigüedad que conlleva, podría denominarse una nueva autoridad espiritual. Era el mundo del arte y la literatura. Si las zonas más dinámicas de este nuevo mundo arrinconaban a las creencias religiosas para colocarlas en el lugar de la magia y la superstición, otorgándole un papel relevante y efectivamente productivo al conocimiento científico y a las innovaciones técnicas que se derivaban de él y producían resultados evidentes en el crecimiento económico, dejaban un espacio que no era menor, para la expresión de formas productivas de la sensibilidad o, acaso, de la irracionalidad creativa. La literatura se convertía casi en una religión del mundo moderno y los escritores en sus profetas.

Los funerales del escritor Victor Hugo el 1 de junio de 1885 fueron un hecho de masas. Por primera vez un hombre que no pertenecía ni al clero, ni al mundo militar ni a la nobleza sería honrado con funerales de estado y enterrado en el inaugurado Panteón de París. El recorrido del féretro desde el arco de triunfo, del cual colgaba un pendón negro, al panteón, fue seguido por dos millones de personas. Por supuesto había personalidades del país y del extranjero, estaba la elite cultural y sectores de la elite política y social de Francia, pero lo novedoso eran las masas de sectores medios y bajos que habían encontrado en el viejo escritor una figura moral con autoridad para expresarlos. La entera sociedad colocaba en el podio de la autoridad moral, en la figura de Victor Hugo, a una nueva posición, la del escritor, si se quiere la del escritor iluminado, la del escritor profeta.

El desafío para nuestra disciplina entonces reside en la posibilidad de objetivar estas zonas sacras de lo social. Y justamente en la complejidad de la tarea puede residir su vitalidad. Una sociología que estudie objetos literarios, por un lado, posibilita el análisis de facetas sociológicas que enriquecen nuestro conocimiento sobre la producción de la literatura y de los libros y que den cuenta de la multiplicidad de mediaciones involucradas, escritores. editores, críticos, intelectuales, agentes literarios, traductores, entre otros, así como de las dinámicas propias de estos espacios, de las lógicas de dominación, cooperación y lucha que conllevan. Por el otro lado, la mirada sociológica sobre la producción literaria da cuenta de dimensiones y problemáticas soslayadas sobre lo social que se pueden vislumbrar al abordar estos temas.

Ahora bien, ¿cuál es el objeto de esta Sociología de la literatura? Como punto de partida cabe aclarar que los problemas sociales, las divisiones que operan en la cotidianeidad o el recorte de un objeto de investigación no se puede definir como problema sociológico por sí solo sino en relación con una problemática teórica que trace vínculos no entre hechos concretos sino entre conceptos. Al respecto contamos con una rica tradición de estudios que a partir de temas del mundo literario formulan problemas sociológicos que se pueden rastrear en los inicios de la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires. En 1943 Gino Germani organiza, junto con estudiantes del Instituto de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, una encuesta sobre actividades culturales y deportivas. Entre ellas se encuentra la práctica de le lectura. El análisis de este hecho le permite analizar y estudiar la cuestión de las clases y, en particular, de la clase media en Argentina.

En 1984 la carrera de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires abre el debate para la reformulación de su plan de estudios tras la intervención de la dictadura militar de 1976. Entre las propuestas se incluye la de incorporar la materia Sociología de la literatura. Uno de los profesores de la carrera publica su opinión al respecto en el diario Clarín. El texto se titula “La cultura en peligro”. El profesor es Jorge Luis Borges y se pregunta “¿Qué será la sociología de la literatura? El hecho estético es un brusco milagro. No puede ser previsto”. Proponemos tomar esta porción de la realidad que parece inefable como una oportunidad para problematizar sentidos comunes y producir conocimiento científico. En una de las reflexiones finales de su libro sobre Mozart Norbert Elias nos enseña: “Wittgenstein dijo: ‘De lo que no se puede hablar, mejor es callarse’. Yo creo que se podría decir con el mismo derecho: ‘De lo que no se puede hablar, hay que investigar’”. Este grupo de estudios de Sociología de la literatura del Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales-Universidad de Buenos Aires) creado en 2020 reúne investigadores que vienen produciendo conocimiento enmarcado en los lineamientos anteriores y entablando discusiones con colegas de distintas partes de América Latina y del mundo. El grupo de estudios busca construir un espacio de discusión y producción de conocimiento, así como de formación de nuevos investigadores. Se propone difundir hallazgos novedosos relativos a la Sociología de la literatura y rescatar autores para reactualizarlos con los que formular problemas de investigación relevantes en el presente.

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